Todos hemos tenido ese momento en el que esperábamos que algo saliera bien… y no fue así.
Una oferta de trabajo que parecía perfecta.
Una relación que tenía todo para funcionar.
Un cambio que parecía una respuesta a una oración… pero no sucedió.

El primer sentimiento es de frustración. Surge la inevitable pregunta:
“¿Por qué se cerró esta puerta?”

La fe, sin embargo, nos invita a mirar desde otro ángulo.
Porque no toda puerta que se cierra es una pérdida.
A menudo, es protección. Es liberación. Es redirección.
Y eso es precisamente lo que vamos a reflexionar en este post.

Cuando Dios cierra una puerta, Él está viendo lo que tú no ves.

Miras hacia adelante y ves lo que está a tu vista.
Dios mira Más adelante y ver lo que ni siquiera puedes imaginar.

Él sabe a dónde te llevaría esa puerta.
Él conoce los corazones de las personas involucradas.
Él sabe si eso te acercará o te alejará de tu propósito.

Así que cuando Él cierra una puerta, No es un castigo. Es cuidado.
Es como un padre que no deja a su hijo cruzar una calle peligrosa, aunque éste llore y se lo pida.

La puerta que hoy se cierra puede estar liberándote de aquello que pedirías dejar mañana.

Ésta es una verdad dura, pero liberadora.
¿Cuántas veces has orado para que algo saliera bien y luego has agradecido que no fuera así?

  • Ese trabajo que parecía ideal, pero era tóxico
  • Esa relación que parecía romántica pero te hacía sufrir
  • Ese cambio que te alejaría de cosas importantes

La fe nos enseña a confiar en lo que no entendemos en el momento.
Y comprender, con el tiempo, que el “no” de Dios es también una forma de amor.

Las puertas cerradas enseñan más que los caminos fáciles

Cuando todo va bien la primera vez, no siempre nos paramos a pensar.
Pero cuando una puerta se cierra, Nos vemos llevados a reflexionar.
Repensar planes, redireccionar caminos, madurar.

Puertas cerradas:

  • Revelan dónde ponemos nuestras expectativas demasiado altas.
  • Nos enseñan cómo lidiar con las frustraciones
  • Nos muestran que el control no está en nuestras manos
  • Nos acercan a Dios
  • Haga espacio para mejores oportunidades

Es en el silencio de una puerta cerrada que Dios a menudo habla más fuerte.

Y si la puerta se cerró…no era tuya

Suena a cliché pero es cierto.
La puerta derecha No requiere que te encojas para encajar.
No te quita la paz.
No daña tu valor.
No te hace cuestionarte todo el tiempo.

¿Qué es tuyo por destino, por propósito, por promesa, permanecerá en pie.
Y cuando llegue el momento adecuado, La puerta correcta se abrirá y lo sabrás.

“Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta, y nadie puede cerrarla.” —Apocalipsis 3:8

Si la puerta se cerró es porque Dios Hay otra: mejor, más segura, más alineada con lo que realmente necesitas.

¿Qué hacer cuando una puerta se cierra?

  • Permítete sentir
    Es normal sentirse triste y frustrado. No lo reprimas. Pero tampoco te ahogues en el arrepentimiento.
  • Orar sinceramente
    Habla con Dios. Pregúntale qué quiere mostrarte. Pide claridad. Y escucha con el corazón.
  • Mantener la fe activa
    La puerta se ha cerrado, pero Dios no. Él sigue contigo. Y eso es lo más importante.
  • Mira otras posibilidades
    A veces nos concentramos tanto en una sola puerta que olvidamos mirar a nuestro alrededor. Nuevas oportunidades surgen de lo que parecía el fin.
  • No fuerces lo que se está cerrando
    Si Dios ha cerrado, acéptalo. Insistir en algo que Él ha cerrado puede causar dolor innecesario.

La espera entre una puerta y otra también es sagrada.

Después de que una puerta se cierra, El siguiente no siempre se abre inmediatamente.
Esta brecha da miedo. Te hace sentir inseguro.
Pero es en él que Dios prepara, cura, moldea, fortalece.

Es en este momento que usted:

  • Aprende a depender menos de lo que quieres y más de Dios.
  • Reconecta con lo que realmente importa
  • Ganar fuerza para vivir lo nuevo que viene

La puerta se cerró, pero el cielo no.

La fe nos enseña a aceptar el no como parte del sí

El “no” de hoy podría ser el “sí” más hermoso que jamás hayas experimentado.

Cuando realmente confías en Dios, aprendes a ser agradecido. Incluso a través de las puertas que no se abrieron.
Porque sabéis que Él Sólo permite lo que es una bendición y nunca te dejaría atado a algo que te robaría.

No toda puerta que se cierra es una derrota.
A veces es liberación.
A veces es un suave empujón de Dios que dice:
—Por aquí no. Tengo algo mejor.

Si hoy te enfrentas a una puerta cerrada, respira.
Orar.
Confianza.

Puede que no lo entiendas ahora, pero en el futuro mirarás atrás y dirás:
“Gracias, Dios, por no dejarme entrar”.

Porque la fe no sólo abre puertas.
Abre la mente.
Abre tu corazón.
Y prepara el camino correcto, en el momento correcto.

Ver también: Oración a San Jorge para protección

12 de mayo de 2025