¿Alguna vez has tenido la sensación de que lo estás haciendo todo bien, rezando, confiando, intentándolo... pero aun así, las cosas no parecen salir bien? Y de repente, te invade el agotamiento. Sientes un peso en el alma. Tu corazón se llena de dudas. En esos momentos, es fácil pensar que Dios se ha olvidado, que no pasa nada.

Pero hay una verdad que debes recordar: Mientras descansas, el cielo continúa trabajando para ti.

Que todo esté en silencio no significa que todo esté quieto. A veces, Es precisamente en el reposo donde se mueve el milagro.

Descansar no es rendirse: es confiar.

Mucha gente piensa que descansar es sinónimo de debilidad o falta de fe. Pero en realidad, Descansar es un acto profundo de confianza.
Es decir: Dios, hice mi parte. Ahora te toca a ti.

Es saber parar antes de agotarte. Es rendirse sin desesperar.
Es de entender que El tiempo de Dios no depende de tu prisa.
Y la fe más madura es la que sabe esperar con serenidad.

“Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él hará esto.” —Salmo 37:5

El descanso del alma comienza cuando nosotros Deja de querer controlarlo todo.

Dios trabaja en lo invisible

No lo ves, pero Él está actuando.
Detrás de escena de tu vida, Dios está organizando todo lo que no puedes lograr.
Él es:

  • Tocando corazones que ni siquiera puedes imaginar
  • Mover a la gente a tu favor
  • Cerrando puertas que te harían daño
  • Alineando lo que parecía fuera de lugar
  • Preparándote para recibir lo que has pedido

Por eso el silencio de Dios No es abandono: es construcción.
Sólo lo entenderás más tarde.
Y cuando lo entiendas, agradecerás no haberlo entendido antes.

El milagro también ocurre en el descanso.

¿Alguna vez has notado cómo algunas cosas solo suceden cuando las dejamos ir?
Cuando dejas de insistir, de desgastarte, de preocuparte hasta enfermar...
Ahí es donde El cielo comienza a moverse más libremente.

Porque mientras tú cargas con todo solo, No queda espacio para que Dios actúe.
Pero cuando descansas, reconoces:
No lo soy todo. Y no pasa nada. Porque Dios lo es.

Quien siembra con fe puede descansar en paz

¿Has hecho tu parte?
¿Has orado? ¿Lo has intentado? ¿Has tomado una postura?
Así que ahora… descansar.

Descansar es confiar en que Quien siembra con fe no necesita estar vigilando la tierra las 24 horas del día.
La semilla está allí.
El cielo se encarga de la lluvia.
El tiempo cuida del brote.
Y Dios se encarga de todo lo que no ves.

El milagro también crece en el silencio.

No necesitas justificarte ante Dios

Hay días en los que simplemente quieres decir: “Dios, estoy cansado.”
Y está bien. Él lo entiende. Él lo acoge.
No tienes que actuar fuerte todo el tiempo.
Dios no exige rendimiento; busca rendición.

Y a veces la mayor rendición que puedes hacer es decir:
“Ya no tengo fuerzas, pero confío en que el Señor sigue obrando”.

Es en este momento cuando el cielo se mueve con mayor compasión.

Hay un tiempo para todo, incluso para el descanso.

“Todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo.” —Eclesiastés 3:1

Tiempo de plantar. Tiempo de cosechar.
Tiempo de hablar. Tiempo de callar.
Es hora de actuar. Es hora de descansar.

No tiene sentido forzarlo cuando Dios está pidiendo un descanso.
El descanso también forma parte del plan.
El descanso también es espiritual.
Porque es en ella donde se fortalece el corazón.
Es en esto que el cuerpo se reconstruye.
Es en esto que la mente se aquieta.
Y cuando todo quede en silencio… Escuchas la voz de Dios más claramente.

Mientras duermes, Dios vela

Esta es una de las imágenes más bellas de la fe:
Dios trabajando mientras duermes.

Incluso cuando tus ojos se cierran,
Incluso cuando ya no sabes qué hacer,
Él sigue haciéndolo.

“En paz me acostaré, y así también dormiré, porque solo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.” —Salmo 4:8

Puede que no lo veas, pero los cielos aún se están moviendo.
Y el amor de Dios no duerme.
Él se preocupa. Él guía. Él cumple.

¿Cómo descansar con un corazón en paz?

1. Recuerda quién es Dios.
Él es fiel, Él no falla, Él no llega tarde.

2. Haz tu parte y luego déjala ir.
Actúa, sí. Pero aprende cuándo rendirte.

3. Oremos con confianza, no con desesperación.
Convierte la petición en gratitud anticipada.

4. Desconéctate del mundo por un rato.
Menos ruido externo = más claridad interior.

5. Respira profundamente y di: “Está en manos de Dios”.
Y confía en que ese es el mejor lugar para que todo esté.

Mientras tú descansas, el cielo sigue trabajando.
Tú puedes dormir, Dios no puede.
Puedes parar. Él no se detendrá.
Puedes dejarlo ir: Él ya lo está sosteniendo.

Si tu corazón está cansado, esta es tu respuesta:
Descansar.
Entregado.
Confianza.

Porque lo que es tuyo No hay necesidad de que ocurra la desesperación.
Se necesita fe. Se necesita rendición.
Y de un corazón que entiende:
Dios actúa de manera perfecta, incluso cuando todo parece estar en suspenso.

Ver también: Oración a San Jorge para protección

3 de mayo de 2025