Hay dolores que parecen injustos. Ese adiós inesperado. La dimisión que desmonta tus planes. La decepción que duele más que cualquier corte. Cuando esto ocurre, es natural pensar: "¿Qué he hecho mal?" o "¿Me están castigando?"
Pero, ¿y si el dolor no es un castigo?
Y si ese momento difícil es, de hecho, ¿una liberación?
Una diversión necesaria. Un final que evita algo peor.
Un giro que, aunque no lo parezca, es salvándote de algo que aún no puedes ver.

El dolor no siempre es un castigo
Desde pequeños aprendemos a asociar el dolor con la culpa. Cuando ocurre algo malo, nuestra mente corre en busca de una razón: "¿Me está castigando Dios?" o "¿Me merezco esto?"
Pero esta visión no refleja el amor de Dios.
Dios no es un juez cruel que castiga por cualquier error.
Es un Padre. E un Padre que ama también corrige, sí - pero siempre con propósito, nunca con malicia.
Muchos de los dolores que sentimos no son el resultado de algo que hayamos hechosino un camino de protección invisible. A veces, lo que nos hace sufrir ahora es precisamente lo que nos protegerá en el futuro.
¿Esa amistad que terminó? Livramento.
¿Ese amor que se fue? Livramento.
¿Esa puerta que se cerró? Tal vez la mayor bendición disfrazada.
Pero en ese momento... sólo sientes el vacío. La pérdida. El susto.
Está bien sentir. El dolor forma parte de ello.
Pero no dejes que te ciegue lo que puede estar evitándose detrás de ese "no".
La liberación que parece dolor
Seamos sinceros: la libertad casi nunca viene envuelta en un bonito lazo.
La mayoría de las veces, llega como algo que duele.
Aparece como un final desgarrador, como un proyecto que se desmorona, como un "no" que destroza las expectativas.
Pero entonces... cuando el polvo se asienta, miras atrás y te das cuenta:
- "Si hubiera seguido en esa relación, habría perdido mi paz".
- "Si me hubieran aprobado ese trabajo, nunca habría conocido la oportunidad que me hizo crecer".
- "Si esa amistad hubiera continuado, me habría distanciado de mí mismo".
No todo lo que duele es castigo. No todo lo que se va es pérdida.
A veces es el cielo el que te saca del camino equivocado.
Es Dios protegiéndote de algo que sólo Él ha visto.
Confía en lo que aún no entiendes
Es difícil confiar cuando todo se desmorona.
Pero la verdadera fe no es sólo creer cuando todo tiene sentido.
Es mirar el desorden y decir:
"Ahora no lo entiendo, pero sé que hay un propósito".
Y hay liberaciones que sólo comprenderás años después.
Puede que otros no lo entiendan nunca, y no pasa nada.
No todas las explicaciones encajan en nuestra lógica humana.
Pero todo lo que Dios permite encaja en el plan mayor que Él ha trazado amorosamente.
"Ahora no entendéis lo que hago, pero más tarde lo entenderéis". - Juan 13:7
Dolor que prepara en lugar de destruir
Un poco de dolor viene a moldearte.
No son castigos, sino herramientas de crecimiento.
Como el fuego que purifica el oro.
Como el viento fuerte que fortalece la raíz.
El dolor que sientes ahora puede estar preparándote para algo que requiere una versión más fuerte, firme y ligera de ti.
- Te mantiene alejado de lugares que podrían hacerte daño
- Te acerca a personas que te harán avanzar
- Enseñarte a respetarte a ti mismo
- Te da fuerza donde antes había debilidad
- Te demuestra que eres más resistente de lo que crees
Dios no toma nada sin un propósito.
Permite el dolor, pero también se ocupa de la curación.
Cierra puertas, pero no te abandona en el pasillo de la espera.
¿Cómo sé si es una liberación?
Quizá sólo se dé cuenta más tarde, con el tiempo.
Pero a menudo aparecen algunos signos:
- La paz que viene después del final: cuando pasa el dolor, aparece un sutil alivio
- Señales que se están confirmando: empiezas a ver situaciones que antes ignorabas
- Desbloqueos internos: que el estancamiento emocional o espiritual empieza a dar paso al crecimiento
- Nuevos caminos: surgen otras posibilidades, inesperadas pero significativas
Y lo principal: te sientes más acorde con lo que realmente eres.
Livramento tiene este poder: te devuelve a ti mismo.
¿Qué hacer cuando duele?
- Acepta el sentimiento. Puedes rezar y seguir llorando. Puedes confiar y seguir sintiéndote confuso. Dios acoge el corazón humano tal como es.
- Reza con la verdad. Di: "Señor, si esto es liberación, muéstramelo. Dame paz incluso en medio del dolor".
- Evita alimentar el sentimiento de culpa. No todo es culpa tuya. No todas las pérdidas son un castigo.
- Aléjate de quienes fomentan el miedo. Mantente cerca de las personas que te recuerdan que hay algo más grande que lo guía todo.
- Espere a que el tiempo se revele. No es necesario entenderlo todo ahora. Continúa.
Lo que duele no siempre es el castigo.
A veces es Dios quien te saca del lugar equivocado para ponerte en el correcto.
Lo dice, con cuidado:
"No es por aquí. Tengo algo mejor para ti".
Si el día de hoy es difícil, si tu corazón está apretado, si todo parece desmoronarse... respira.
Puede que ahora no lo veas, pero en el futuro recordarás ese momento y lo entenderás:
"Fue una liberación. Y me protegieron, incluso cuando creía que me estaban destrozando".
El dolor pasa. La fe permanece.
Y lo que Dios tiene para ti llega en el momento oportuno: después de que desaparezca lo que te impedía crecer.
Véase también: Oración de San Jorge para pedir protección
22 de abril de 2025
Con mucha fe y positividad, escribe para Pray and Faith, llevando mensajes y enseñanzas divinas a todo el mundo.