Es crucial empezar bien cada día de la semana. Tu estado de ánimo, tu entusiasmo y otros sentimientos e intenciones positivos influyen enormemente en si tu día es bueno o malo. La mejor manera de empezar bien el día es hacerlo en la presencia del Señor.

Sin embargo, hoy en día la vida es cada vez más agitada. Hay tantas obligaciones, responsabilidades y compromisos que quizás estés demasiado ocupado para encontrar tiempo por la mañana para estar en la presencia del Señor.

Sin embargo, es esencial vivir una vida plena con una verdadera conducta cristiana. Esta es la clave para tu salvación, así como para asegurar otras bendiciones divinas, como la misericordia y el perdón.

Por eso, un verdadero cristiano practicante debe incorporar algunos hábitos a su vida, no sólo para empezar bien el día, sino como una forma de estar en plena comunión con Dios.

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¿Cómo empezar el día en la presencia del Señor?

Es a través del cultivo de verdaderas actitudes, pensamientos y sentimientos cristianos, así como del cumplimiento de los deberes religiosos (como orar o ir a la iglesia) y los hábitos cristianos diarios, que usted puede estar en plena armonía con Dios.

En este sentido, aprende algunas maneras de comenzar tu día en la presencia del Señor.

1. Estudia la Biblia

Solo mediante el verdadero conocimiento cristiano se puede saber qué hacer y qué no hacer en todas las situaciones de la vida, según los preceptos cristianos. Por eso es tan importante estudiar la Biblia a diario.

Esto solo profundizará tu conexión con Dios y te ayudará a transformar tus defectos en fortalezas. La Biblia es un verdadero manual para vivir en comunión con Dios.

Sin embargo, no tienes que dedicar horas de la mañana a estudiar la Biblia. Puedes elegir leerla individualmente o pasajes específicos sobre un tema en particular.

Sin embargo, algunos pasajes de la Biblia pueden ser difíciles de entender. Por lo tanto, anote sus preguntas y aclárelas con materiales de calidad en línea o incluso con sus líderes religiosos.

2. Di una oración

La oración es nuestra mejor herramienta para hablar directamente con Dios. La ventaja es que puede usarse para diversos propósitos.

Puedes pedir, por ejemplo, que Dios bendiga tu día o incluso que te ofrezca fuerza, ánimo, determinación y otros sentimientos dignos de loa para superar un obstáculo.

Mediante la oración, puedes pedir guía divina. También puedes pedir que te ayude a resistir el impulso o la tentación de cometer un pecado.

Incluso si has cometido un pecado, puedes pedirle perdón mediante la oración. Cabe destacar que simplemente obtener el perdón de Dios no basta. También necesitas una transformación interior para evitar volver a cometer el mismo pecado.

La oración también es una forma poderosa de pedir ayuda para otros que están pasando por momentos difíciles.

3. Tenga un momento de reflexión espiritual.

El cambio puede ser un proceso lento e incluso doloroso. Sin embargo, necesitas liberarte de defectos, adicciones y otros aspectos negativos para vivir en plena comunión con Dios.

Pero es imposible cambiar sin autoconciencia. Esto implica comprender dónde te equivocas, arrepentirte y comenzar el proceso de cambio.

Es a través de un momento de reflexión espiritual, por ejemplo, que puedes sentir arrepentimiento por un pecado que hayas cometido. También podrías sentir la necesidad de resolver un conflicto y perdonar a alguien. En estos momentos de reflexión, también es posible agradecer todo lo que Él te ha dado.

Por eso, tomar unos minutos para estar solo por la mañana, con pensamientos de autodescubrimiento y reflexión espiritual, es una manera poderosa de comenzar el día en la presencia del Señor.

4. Desayuna con tu familia

La familia es una institución sagrada creada por Dios desde la unión de Adán y Eva. Solo por esta razón, puedes comprender la importancia de valorar a tu familia ante Dios.

Por eso, siempre que tengan oportunidad, desayunen en familia. Aprovechen para orar y agradecer a Dios por los alimentos que nos ha dado.

Hoy en día, algunas personas están tan ocupadas y cansadas que ya no prestan atención a sus cónyuges, padres o hijos. Esto atenta contra las enseñanzas de Dios, como honrar a su padre y a su madre, por ejemplo. También viola su matrimonio, que es sagrado según los preceptos bíblicos.