Todos pasamos por pruebas en la vida. Esto nos causa un sufrimiento inexplicable. A veces, nuestra fe puede verse puesta a prueba por enfermedades inexplicables, muertes prematuras u otros sufrimientos.

¿Por qué permite Dios el sufrimiento del hombre? Este pensamiento, aunque normal, es muy perjudicial para nuestra fe y esperanza. Esto se debe a que necesitamos confiar en Él y en su misericordia.

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Sabiduría para comprender el sufrimiento

Es necesario que tengas la sabiduría para entender que Dios te hace pasar por determinadas situaciones de sufrimiento para aprender algo, para liberarte de algo peor, entre otras posibilidades, siempre ligadas a la justicia divina, ya que Dios no te da una carga mayor de la que puedes llevar.

Por lo tanto, no se trata de pedirle a Dios que te libere a ti ni a nadie que esté sufriendo una situación dolorosa y recibir una respuesta inmediata. Es importante orar por alivio, pero con la resignación de que la situación tiene una explicación a los ojos de Dios.

Sin embargo, incluso cuando imploramos la misericordia divina, Dios tiene su tiempo para intervenir en las situaciones de sufrimiento y ayudar a la persona a sanar completamente.

Es a través de la enfermedad, por ejemplo, que te das cuenta de que no todo en tu vida está bajo tu control, sino bajo el control de Dios. 

En este punto, usted puede encontrar varios caminos, como: desesperarse, dejar de creer en Dios, deprimirse e inactivarse o continuar viviendo como su enfermedad le permite, con la fe de que la situación traerá algo bueno al final del camino. 

El poder de la unidad

La última reacción es la más recomendada y esperada por Dios. El sufrimiento tiene el poder de unir a personas y familias, restaurar relaciones rotas, restaurar la fe en Dios y mucho más. Hay mucha felicidad después de una tormenta, si la situación se enfrenta con fe y resignación.

Primero, necesitas pedir ayuda en situaciones difíciles. Primero, pídele ayuda a Dios y luego a quienes te rodean. Esto tiene el poder de unir aún más a tus amigos, familiares y, a veces, incluso a tus conocidos.

Después de todo, Dios enseñó que todos sus hijos son parte de una familia cristiana universal.

En tiempos de sufrimiento, la oración es una gran aliada. Es una forma de agradecer a Dios la oportunidad de pasar por esa situación para asegurar frutos futuros, pedir ayuda y demostrar humildad, resignación y esperanza.

Todas estas cualidades son sumamente loables para Dios y te transformarán en una mejor persona. La fe también marca una gran diferencia entre sufrir con desesperación o con esperanza. Esta es una gran oportunidad para ver los problemas de la vida con optimismo, sabiendo que Dios proveerá la solución en el momento oportuno.

Ni siquiera los apóstoles de Jesucristo, ni el propio Jesucristo, se libraron del sufrimiento. Jesús fue cruelmente perseguido y crucificado.

Los problemas de la vida te transforman en una mejor persona, eliminando el orgullo, el egoísmo, la envidia y otros defectos de carácter que son tan dañinos a los ojos de Dios.

Por lo tanto, ante el sufrimiento, no pierdas la fe en Dios, no te desesperes ni te deprimas. Recuerda que esta situación tiene una razón.

¿Qué puedes hacer para sufrir menos o salir de una situación de sufrimiento?

Si la situación es demasiado difícil para ti, Dios puede escucharte y aliviar tu carga. Lo primero que debes hacer es orar con sinceridad. Explícale a Dios que no puedes soportarlo y pídele que te alivie.

Además, debes pedir ayuda a tus seres queridos. A veces, en situaciones inusuales y misteriosas, incluso desconocidos ofrecen ayuda. Esto se debe a que Dios tiene sus propios métodos para ayudarte.

También puedes encontrar consuelo leyendo la Biblia. Hay muchos pasajes dedicados a consolar diversos sufrimientos. Otra manera de superar este período difícil con mayor facilidad es tener confianza, fe y esperanza en Dios.

Tampoco tiene sentido insistir en sentimientos negativos, como el victimismo, la culpa, la autoinculpación y otras emociones dañinas y pesimistas. Necesitamos vivir cada día, no sin sufrimiento, sino viviendo más allá del sufrimiento presente.

Dios tiene la cura para todo sufrimiento. La forma en que afrontas tu sufrimiento marca la diferencia, ya sea para aligerar o para hacer más pesada la carga.